ENFOQUE DEL TRABAJO CON ADICCIONES

¿Vicio o enfermedad? ¿Castigamos o tratamos?  A poco que hagamos memoria, todos conocemos alguna persona cercana que en un momento dado ha consumido algún tipo de sustancia (alcohol, porros, cocaína, heroína…) que hacía que sufriera, se destruyera y finalmente perdiera todo aquello que le importaba, o que la convivencia se convirtiera en un infierno. Sin olvidarnos del dolor latente de todas aquellas personas de alrededor y que, se fueran o se quedaran, estaban marcadas por esta situación.

 

Si consideramos que una persona tiene una depresión aparece el impulso de cuidarla y buscar la ayuda necesaria. Si consideramos que continuamente necesita “ponerse ciego/a” de la sustancia que haya elegido, por el motivo que sea, aparecen la vergüenza y la decepción.

Desde este enfoque se concibe la drogodependencia como una enfermedad  más, la cual se ajusta a los parámetros diagnósticos de la psicología clínica, la psiquiatría y más recientemente, la intervención psicosocial.

Ponemos la energía en buscar el porqué y el para qué necesita una persona evadirse de la realidad en la que vive, no en juzgarla por lo que hace con eso. Esto no significa desresponsabilizar a cualquier persona que presente este comportamiento, ya que sólo desde el compromiso con uno mismo, avanzará hacia sanar esa herida que sangra continuamente.

Mientras este compromiso llega o no, existe otra realidad paralela que sí se puede atender, que es: ¿Qué hago yo con mi hijo/a, mi pareja, mi hermano/a, mi amigo/a?, ¿Cómo puedo ayudarle? ¿Y como estoy contribuyendo yo a que esta situación no acabe? En definitiva, el asesoramiento y tratamiento para todas aquellas personas que conviven con una persona con adicción y que han intentado tantas soluciones fallidas, que ya no confían en que nada ni nadie puedan cambiar su situación. Es otra parte imprescindible en el tratamiento y trabajo con drogodependencias. Porque más allá de quien manifiesta el problema, realmente el problema y sus soluciones implican a todos.